La persona más importante del mundo
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Vulnerables
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En las últimas semanas nos han inundado otra vez con varias noticias sobre el final de la crisis y de la recesión que sufrimos desde hace años. Diversos organismos y entidades públicas y privadas han pronosticado nuevas fechas, previsiones y tendencias que probablemente después, y sin pudor alguno, serán revertidas o retrasadas unos meses o, por qué no, unos años. Qué pena que Nostradamus se olvidara de España al realizar sus predicciones…
Y es que es imposible tratar de volver a un modelo que no es válido ni nunca lo fue. Nada será como antes y, sin duda, creo que resulta mejor así.
Cada crisis es una oportunidad de renacer, de reinventarse, de tomar impulso una vez que se ha tocado fondo. Incluso puede que sea necesario, a todos los niveles, para limpiar aquellos trapos sucios escondidos detrás de la puerta y recordar lo que realmente es importante.
La responsabilidad de adaptarnos y crear un nuevo modelo que sirva también a generaciones futuras es innata a todos. ¿Dejamos en manos ajenas nuestro destino? ¿Elegimos de verdad qué hacer con nuestras vidas?
Creo que el obsoleto sistema con el que convivimos a diario sufrirá cambios tan profundos y necesarios que, quien no se encuentre preparado para asumirlos con naturalidad, lo pasará bastante mal. Educación, sanidad, mercado laboral…han de ser adaptados a la realidad actual sí o sí, y es cuestión de tiempo. Siempre ha sucedido, sólo que ahora todo transcurre mucho más rápido.
¿Realmente estamos esperando a que alguien dé por finalizada la crisis para actuar? ¿Quién? ¿Y si nunca ocurre? ¿Y si el tiempo pasa y nada cambia?
Y además sucede que, mientras mayor tiempo se permanezca anclado al pasado, más y mejores opciones de crecer y avanzar pasarán por delante de nuestros propios ojos sin saber apreciarlas.
Hay un par de elementos imprescindibles para sobrevivir: levantarse cada mañana con ILUSIÓN por algo y tener un plan de ACCIÓN. Porque la primera es el motor, la gasolina necesaria para conseguir lo que se quiere, que se materializa en el segundo. Ambos son absolutamente necesarios para alcanzar cualquier meta.
Decía el Nobel de la Paz Nicholas Murray Butler que «existen tres grupos de personas: los que hacen que las cosas pasen, los que miran las cosas que pasan, y los que se preguntan qué pasó». Creo que sólo los que pertenecen al primero de ellos tienen posteriormente autoridad para determinadas cosas, como quejarse, ya que el resto simplemente se dejó llevar.
Y tú…¿en cuál de los grupos anteriores quieres estar?
Abrazos, Rafa Ferrer.
Seguro que me he dejado algo en el tintero. ¿Qué crees que falta?¿Estás de acuerdo con lo expuesto? ¡Deja un comentario o jamás lo sabremos!
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