Cuestión de perspectiva
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Un segundo
6 marzo, 2016
Las personas pueden decidirse a emprender por dos motivos principales: por necesidad o por oportunidad. Las primeras son aquellas que se lanzan a la aventura dadas las negativas circunstancias que, de algún modo, les rodean, mientras que las segundas son las que observan en la explotación de una idea una ocasión inmejorable para alcanzar un futuro próspero.
La mayoría de las aperturas de negocios que se llevan a cabo en este país se realizan por emprendedores necesitados, que no siempre se decantan por un sector que realmente dominan. En el 99% de los casos no hay un plan de negocio previo, ni estudios de viabilidad que soporten con ciertas garantías de éxito la inversión de tiempo y dinero que dedicarán. Es por esto por lo que la mortalidad de empresas en España es tan elevada: el 70% no sobreviven más de 4 años, y el 90% no llega a los 10.
Los emprendedores por oportunidad suelen tomar más precauciones a la hora de iniciar el levantamiento de su imperio 🙂 . Normalmente han terminado estudios superiores y/o se han especializado en alguna materia en concreto. También poseen cierta red de contactos y varios años de experiencia en el sector en el que luego emprenden. Aunque esto tampoco garantice que el negocio triunfe, sin duda minimiza el riesgo a fracasar.
El 99,8% de las empresas en España son Pymes. Según los datos estadísticos del Ministerio de Industria y Comercio que puedes consultar aquí, a finales de 2.013 existían aproximadamente 3 millones de empresas en funcionamiento y sólo unas 10.000 empresas, un 0,33% del total, tenían más de 100 empleados.
No obstante, los dos perfiles de emprendedores han de tener en común idénticos rasgos: convivir con el riesgo y la incertidumbre, elevada capacidad de esfuerzo, don de gentes y habilidades sociales, conocimientos en varias de las áreas de la empresa, ganas de romper con lo establecido y hacer las cosas de forma diferente…Este punto resulta más importante aún en los emprendedores en solitario, ya que son ellos quienes normalmente tienen que llevar a cabo todas las acciones relacionadas con su actividad económica, sobre todo al principio, para ahorrar costes. Si son un grupo de personas quienes inician el camino, resulta aconsejable que conformen un equipo comprometido y multidisciplinar donde cada una de ellas tenga habilidades diferentes pero complementarias y funciones definidas dentro de la empresa.
Es probable que exista un gran riesgo de estar creando una enorme burbuja en torno al emprendimiento. Hace lustros que las entidades públicas no hacen absolutamente nada por fomentar la idea de crear negocios propios, sino al contrario: trabajar como funcionario o para una empresa «de las de toda la vida» era la solución que nos han vendido durante años y años. Y ahora ocurre que, como necesitamos un cambio del sistema productivo de manera urgente, pues a prisa y corriendo se pretende que surjan genios de las lámparas que aporten soluciones mágicas. Pues siento comunicar a nuestros dirigentes que ni los príncipes azules ni las hadas existen, y que además aquí no se dan las condiciones para que surjan nuevos Steve Jobs, Bill Gates, Google o Facebook.
Es estupendo que se aprovechen los cientos de millones de euros que llegan desde Europa para avanzar en este sentido, pues es dramático que España carezca de emprendedores de calidad. Pero este trabajo de «reinicio» mental va más allá de préstamos en condiciones ventajosas, cursos sobre cómo elaborar un plan de negocio o premiar a las mejores ideas. De lo que se trata es de activar un cambio cultural a todas luces, de pasar de la intención de dar un pelotazo a seguir y mantener una determinada línea a lo largo del tiempo, de no calentar la silla horas y horas porque al jefe de turno le parece adecuado que la jornada termine a las ocho de la tarde.
Ante la proximidad de unas elecciones, cada 
Gobierno en el poder o su oposición tantean la opción de eliminar la cuota de alta de autónomo, la más alta e injusta de toda Europa. Sin duda será algo que sucederá, antes o después, puesto que es absurdo seguir manteniendo al país en desventaja respecto al resto del mundo en este sentido. La legislación, la presión fiscal, la burocracia…le acompañarán, adaptándolas lógicamente a nuestro modo de vida y de ver las cosas – el latino, el mediterráneo – diferente al de estados del norte y este de Europa.
También llegará la flexibilización de horarios, puesto que es totalmente ilógico que vayamos en contra de Europa en esta materia también. ¿Sabías que a las 21.00 h. la mayoría de los europeos están a punto de irse a la cama, mientras aquí todavía permanecen abiertas oficinas y tiendas? ¡Es tremendo!
Algunas disciplinas acabarán incorporándose de forma natural a las organizaciones, como han hecho las redes sociales o los teléfonos inteligentes. Hablo, por ejemplo, del coaching personal y ejecutivo, de la meditación o del mindfulness, ya que mejorarán bastante el rendimiento de las personas y, por ende, los resultados. Los empresarios tendrán que luchar más que nunca por retener al talento, y habrán de acostumbrarse a externalizar servicios en otros lugares del mundo, a colaborar con la competencia para llegar más lejos, a reconocer y premiar el trabajo bien hecho, a disponer de una mayor inteligencia emocional y a liderar, dirigir y motivar grupos de trabajo.
El horizonte debe apreciarse con esperanza. Es humano cambiar y adaptarse al medio. La mentira del apoyo al emprendimiento ya no da más de sí. Ya está sucediendo, y se acentuará con mayor intensidad en breve: quien aspire a un salario y a un nivel de vida medio (ni siquiera digo alto) tendrá que convertirse en alguien que sea capaz de no depender de un puesto de trabajo, que pueda aportar valor allá por donde pase y que sepa gestionar la incertidumbre de manera óptima. Todos tendremos que ser emprendedores de nosotros mismos. Y esto no es ni bueno ni malo, sino que simplemente ya ocurre, y tenemos dos opciones: o subirnos a la tabla y surfear las olas, o ahogarnos en el fondo del mar. ¡Tú decides! 😉
Un abrazo, Rafa Ferrer.
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