Entendemos como líder a «la persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora» (RAE). Pues bien, en una sociedad donde todo se cuestiona, la figura del líder no iba a ser menos. Y con razón.

Sucede que, desde mi punto de vista, la existencia de líderes que guíen a un conjunto más o menos numeroso de individuos está ciertamente desfasada porque, con el paso del tiempo, muchos de ellos demuestran que poseen pies de barro. Y aquéllos que los siguieron pues quedan defraudados, con sensación de abandono y resignación. Sólo algunos son sólidos, y perduran, pero muy pocos.

No nos educaron para saber gestionar esas emociones, ni ninguna otra. Nuestros padres y tutores lo hicieron lo mejor que pudieron, pero resulta que a ellos tampoco les enseñaron sobre ésto. Ni a sus predecesores. Hoy día prevalece lo material, porque generalmente todos tenemos un plan ya determinado desde que somos niños: estudiar, trabajar, contraer matrimonio, tener hijos….junto a una casa, un coche, otra casa, otro coche…y un cuerpo escultural, porque encima hay que aparentar tener veinte años cuando se cumplen los cincuenta.

Los «debería» y los «tendría» nos machacan. No nos detenemos ni un segundo a pensar qué queremos realmente, quiénes somos y qué nos apetece. Simplemente nos dejamos llevar, vivimos en constante piloto automático. En esta sociedad de consumo bestial, donde el teléfono o la lavadora están diseñados para que dejen de funcionar al cabo de unos pocos meses o años y directamente compremos otros, prima TENER cosas. Muchas, aunque no sirvan, sólo porque los demás las tienen y nosotros no podemos ser menos. Pensamos mucho y mal, no sentimos. Somos esclavos.

Una vez superada la época donde la supervivencia física lo era todo, ahora podemos alcanzar la edad de noventa años con mayor facilidad que hace sólo una década. El gran caballo de batalla del tiempo actual y del que vendrá será la supervivencia mental y espiritual. La situación económica en la que estamos sumidos desde hace años no es más que eso, el fruto de la pérdida de perspectiva sobre qué cosas son realmente importantes en la vida. Puede que nuestros mayores sepan perfectamente a qué me refiero, y por eso tal vez hayan sido y sean más felices que nosotros.

Hablaba de nuevos líderes porque creo necesario que todos los seamos, al menos para nosotros mismos. Liderando nuestra propia vida ayudaremos a las personas de nuestro entorno a convertirse también en líderes, a ser mejores. Un verdadero líder es lo que hace. La gestión emocional y el diálogo interno resultan fundamentales. El nuevo líder nace de la responsabilidad, del amor a los demás, de aportar valor, de la creatividad, de saber compartir, de no rendirse nunca, de disfrutar y apreciar los momentos y los detalles pequeños. Nace de SER uno mismo.

Sin duda que detrás hay un trabajo importante, porque no nos educaron para ésto. Nos programaron para formar parte de un rebaño dirigido, para no salirnos por la tangente. Es hora de reeducarnos y reinventarnos, consiste en nacer otra vez. La vida, a veces, otorga segundas oportunidades y ésta lo es. Nos perdimos para encontrarnos.

Los nuevos líderes están llegando. Bienvenidos sean. Los necesitamos.

Y nos necesitan.

Es tu turno.

Abrazos, Rafa Ferrer.

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