Cayó hace unos días ante mis ojos una fábula que quiero compartir aquí, contigo. Versa sobre dos ranas, y dice así:

Un grupo de ranas viajaba tranquilamente por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo.

Todas las demás ranas, asustadas, se reunieron alrededor del hoyo y se asomaron.

Cuando vieron que el agujero era realmente muy hondo, comenzaron primero a murmurar entre ellas. Después pasaron a los gritos para comunicar a las dos compañeras que se debían dar por muertas, porque de allí era imposible salir.

Las dos ranas hicieron caso omiso a los comentarios del resto y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles, que con sus saltos sólo lograrían cansarse.

Al cabo de un rato oyendo los gritos, una de las ranas puso atención a lo que las demás le decían y se rindió. Pensó que el grupo decía la verdad y que lo que ella hacía era absurdo. Se desplomó, y en unos minutos, murió. Sus compañeras de la superficie se miraron unas a otras y, asintiendo, se dieron la razón con la mirada:»si ya lo decíamos nosotras…»

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Sin parar, seguía intentando salir del oscuro agujero.

Arriba, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir, que simplemente se dispusiera a morir porque ya no venía al caso seguir luchando.

Pero la rana siguió a lo suyo, y saltó y saltó, saltó cada vez con más fuerzas, hasta que finalmente logró salir del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron:»nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos»

La rana les explicó que era sorda, y pensó que, en realidad lo que hacían era animarla a esforzarse cada vez más para que saliera del hoyo.

La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento a alguien que se siente mal puede hacerle mucho bien, al igual que una destructiva puede ser lo que termine de hundirle. Debemos tener cuidado con lo que decimos, tanto a los demás como a nosotros mismos.

Evita a las personas negativas y que no creen en tus posibilidades. Salta duro y fuerte. Y alto, muy alto. Que ningún agujero te resulte demasiado profundo como para no poder salir. Recuerda esta fábula…

Abrazos, Rafa Ferrer.

Seguro que me he dejado algo en el tintero. ¿Qué crees que falta?¿Estás de acuerdo con lo expuesto? ¡Deja un comentario o jamás lo sabremos!

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