Adquirir educación en finanzas, ¿es un deber o una obligación? La diferencia en uno u otro caso es importante, sobre todo a la hora de mostrar nuestro compromiso con la causa.

Resulta obvio que la mayoría de las personas tenemos una lista de «deberes» que nunca termina ni lo hará, porque siempre la estamos actualizando. En dicha lista de tareas vamos anotando tantas cosas que, con el curso del tiempo, muchas quedan obsoletas; algunas, se olvidan; otras, se renuevan cada cierto tiempo y se vuelven a retrasar; incluso hay tareas que se dan finalmente por «imposibles» y se eliminan. Me refiero, por ejemplo, a adelgazar unos kilos, a hacer ejercicio cada día, a comenzar a meditar, a dejar de fumar, a arreglar la puerta rota del armario, a ordenar el escritorio, a buscar las vacaciones antes, a visitar a un amigo o familiar lejano, o a realizar una determinada llamada de teléfono.

Esos «deberes», mientras no se cumplan, diariamente nos restarán energía. Así, sólo debemos mantener en esa lista aquellas tareas que de verdad nos comprometamos a llevar a cabo en un plazo de tiempo concreto, cuanto antes mejor. Y mucho me temo que si anotas «educarme en finanzas» en dicha lista, finalmente no lo harás. Porque te faltará el compromiso adecuado con tu «deber», nunca tendrás tiempo, y abandonarás la idea.

Muy diferente resulta si consideramos que el mismo asunto se trata de una obligación. Si los «deberes» anteriores se vuelven ineludibles, probablemente los afrontemos de otra forma: perder esos kilos o dejar de fumar por prescripción médica, arreglar esa puerta porque ya no puede abrirse, meditar porque el estrés nos agota o visitar a ese amigo porque está pasando por un mal momento, son algunos ejemplos. En estos casos, pondríamos la tarea en lugar prioritario y a corto plazo nos lanzaríamos a por ella.

En los tiempos que corren , la economía juega un papel fundamental. Siempre lo ha tenido, pero ahora aún más, ya que todos los modelos conocidos están cambiando a la vez y no tenemos referencias cercanas en las que fijarnos: el mercado de trabajo, la manera de comunicarnos, las relaciones interpersonales…están sufriendo tantas modificaciones en tan poco tiempo que cuesta adaptarse.

Ocurre que a veces no llegamos a entender de qué nos está hablando la persona con la que dialogamos, ni tampoco sobre lo que vemos u oímos en los medios. Esto supone una clara ventaja para nuestro interlocutor, puesto que le será más fácil llevarnos a su terreno. Entidades públicas y privadas conocen de esta ventaja, y por eso no se han preocupado de educar a las personas (al menos en este país, España) en finanzas. En determinadas carreras universitarias sí se estudia la economía desde el punto de vista empresarial, aunque a un nivel poco práctico, pero ni se nombran a las finanzas personales. Y a los ciudadanos, en realidad, tampoco les ha interesado este asunto.

No resulta cómodo que la gente sepa sobre cómo funciona una tarjeta de crédito, o qué es una cláusula suelo, o interpretar su escritura de hipoteca, o qué comisiones les cobra su banco, o cómo se forma el Euribor o el IPC. Y mucho menos qué implicaciones poseen las emociones, los valores, las experiencias y el entorno en la gestión cotidiana de nuestro dinero. Por eso, entre muchos ejemplos, existen las compras por impulso, malos gestores pueden controlar millones de euros de dinero público, se generan «burbujas» inmobiliarias o se invierte en productos financieros que no son lo que parecen. Cuando es el lobo quien cuida a las ovejas, y el pastor además se despreocupa, sucede esto.

Tú tienes la palabra. Si consideras que gestionas perfectamente tu economía, te felicito: muchas gracias por tu visita pero creo que este no es tu sitio. Por el contrario, si entiendes que en este sentido tienes aspectos a mejorar, si quieres aprender cómo vivir mejor y además pretendes enseñar a tu entorno a aplicar tus conocimientos, si quieres salir del rebaño y pensar distinto a como lo hace el resto, o si la curiosidad no te deja dormir ante el mundo que se te abre, de corazón te doy la bienvenida: has llegado al lugar perfecto.

Abrazos, Rafa Ferrer.

Seguro que me he dejado algo en el tintero. ¿Qué crees que falta?¿Estás de acuerdo con lo expuesto? ¡Deja un comentario o jamás lo sabremos!

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